La presencia de judíos en Lorca se puede datar desde la conquista cristiana. La ciudad fue tomada por los ejércitos del rey Fernando III en 1244 y poco después su sucesor, Alfonso X, se propone asegurar la zona fronteriza en la que había quedado la localidad, a sólo unos kilómetros del Reino de Granada. La política del rey generó una sublevación de los mudéjares -los musulmanes que se habían quedado en reinos cristianos- en 1264 y, cuando esta fue sofocada, muchos de ellos fueron expulsados.
En ese momento encontramos las primeras referencias a los judíos en Lorca: aparecen en los repartos de tierras realizados a partir de 1266, del que, por ejemplo, se benefició a «Mose Abendaño, yerno de Mose Aventuriel». Esta primera presencia de sefardíes en la zona está relacionada con las actividades comerciales y financieras que genera la situación fronteriza de la ciudad. Como en otras partes de la España medieval, eran recaudadores de impuestos o almojarifes; de hecho, una disposición del Fuero de Lorca recogía expresamente esta posibilidad: «Mandamos que ningún judío ni criptiano nuevo no haya mandamiento sobre criptiano de Lorca ni de su término, si no fuere nuestro almoxarife por razón de nuestros derechos». Y fueron también alfaqueques, encargados por los reyes de redimir cautivos o liberar esclavos y prisioneros de guerra, fruto de las no infrecuentes escaramuzas fronterizas.
Hay pocos testimonios de la presencia judía en Lorca en el siglo XIV, pero se cree que fue hacia al final de esa centuria cuando las viviendas de los sefardíes en la ciudad se instalaron dentro del recinto del castillo, puesto que estarían implicados en los enfrentamientos por el control de la zona entre distintas familias nobles.
Esta cercanía a la nobleza en el poder sería la razón por la que ni la de Lorca ni otras juderías de la zona, como la de Murcia, sufriesen los ataques de 1391. A principios del siglo XV se produce el agrupamiento definitivo de los judíos alrededor del castillo, un hecho que se relaciona con las predicaciones de San Vicente Ferrer en 1411 y con la Pragmática de Catalina de Lancaster de 1412, que entre otras restricciones obligaba a los judíos a vivir en juderías, separados de los cristianos.
Pese a ello, la comunidad lorquina vive unas décadas de cierto esplendor, con negocios de distintos tipos por la ciudad, especialmente a partir de 1435, cuando se encuentran nombres de varios judíos afincados en Lorca que son ganaderos, abastecedores de grano y también arrendadores y recaudadores de impuestos. Esta bonanza los lleva a edificar su propia sinagoga y después, ya a mediados del siglo XV, incluso a mejorarla, dotándola de lo que las excavaciones arqueológicas han revelado como una suntuosa decoración interior.
Siempre relacionados con la nobleza, quizá el momento de esplendor de esta judería llegó cuando un miembro de la comunidad, José Rufo, recibe la tenencia de la fortaleza del alcaide del castillo, Alfonso Fajardo. Esto implicaba que Rufo se hacía responsable del mantenimiento e incluso la defensa de la plaza, lo que indica que los judíos que habitaban la fortaleza ya habían realizado con anterioridad labores de vigilancia y defensa y que incluso portaban armas.
Así, en la segunda mitad del siglo XV la judería de Lorca alcanzó el rango de Aljama, y llegó a ser la segunda más importante del Reino de Murcia, o al menos la segunda que más impuestos pagaba, sólo por detrás de la de Murcia. Algunos estudios señalan que entre 120 y 180 judíos vivirían en Lorca en aquel momento, una cifra que podría parecer excesiva a la luz del actual estado de los trabajos arqueológicos, pero que quizá no lo sea cuando concluyan las excavaciones.
La judería de Lorca
En 2002 se iniciaron unas excavaciones arqueológicas en el Castillo de Lorca, parte de un proyecto para convertir el propio castillo en Parador de Turismo. Durante estas excavaciones se descubrió buena parte de lo que fue la judería de Lorca, que como ya hemos visto estaba en el interior del reciento amurallado, bajo la protección de la fortaleza. Hoy en día, la zona se puede recorrer la zona como parte del Parque Arqueológico del Castillo y Sinagoga, situado justo bajo la Torre Alfonsina, uno de los símbolos de la ciudad.
Probablemente la joya de este recorrido es la sinagoga, conservada en un estado excepcional para los siglos transcurridos y con una característica prácticamente única en España: nunca fue usada como iglesia, lo que la ha convertido en una de las mejores fuentes de información arqueológica sobre la España sefardí de los últimos años y sus ritos religiosos.
Los restos de la sinagoga se han completado con una gran cubierta de madera que, sin generar confusión sobre lo verdaderamente conservado y lo añadido, transmite al visitante una impresión muy ajustada de lo que debía ser el templo. En el área musealizada alrededor de la sinagoga se pueden ver también varias de las lámparas rituales reconstruidas a partir de miles de fragmentos de vidrio descubiertos en la excavación, que forman una colección única en Europa cuya otra parte se puede ver en el Museo Arqueológico Municipal.
Junto a la sinagoga, se puede visitar toda el área circundante, con una pasarela de cristal que ofrece una perspectiva excepcional sobre el conjunto de la judería, permitiendo contemplar las viviendas descubiertas y también un área artesanal -en la que probablemente se fabricó el vidrio de las lámparas rituales- y una carnicería.
Por el momento -hay zonas que aún están pendientes de ser excavadas- se han descubierto y documentado 18 viviendas, una de las cuales sería de gran tamaño -unos 460 metros cuadrados- además de la sinagoga, la carnicería y el taller de vidrio. Parte de los objetos encontrados en las excavaciones puede verse in situ, pero otra se puede contemplar en el Museo Arqueológico Municipal, en el que hay algunas piezas espectaculares, como restos de la decoración en yeso tallado de la propia sinagoga, la colección de lámparas rituales ya mencionada y otros elementos de la vida cotidiana, algunos de gran belleza como un plato de loza dorada decorado con elegantes motivos.
Ruta por la Judería de Lorca
Un tesoro escondido por el paso del tiempo ha sido descubierto en el corazón del castillo de Lorca. Su sinagoga medieval es historia, es memoria. Sus piedras escucharon los cantos de los judíos y hoy nos susurra su legado. Los trabajos arqueológicos la han sacado a la luz para contarnos su historia. Como el Fénix, la judería de Lorca, ha surgido bajo la tierra para contarnos el pasado de sus habitantes.
Diario de Viaje
Un grupo de destacados periodistas de viaje españoles ha recorrido las ciudades de la Red de Juderías de España, siguiendo su herencia judía y descubriendo una experiencia de viaje intensa y llena de momentos y sensaciones. El fruto de aquellos viajes son sus Diarios de Viaje, reportajes de gran valor literario y gráfico que aúnan la experiencia personal de cada autor con la información más práctica para el viajero, y que se convierten, así, en excelentes formatos de inspiración para todos aquellos viajeros que quieran, como estos periodistas, sentir y descubrir Sefarad.