Una introducción al Shabat

Primeras sombras del último día de la semana. Primeras luces del Shabat, el séptimo día de la semana, mediante el encendido ritual de las velas.Luego, las bendiciones: a la luz, a los hijos y al sustento. Y los recuerdos: mi abuela Enie ataviada con vestido y pañuelo de seda, collar de perlas y sus labios en carmesí, sentada a la mesa desde temprano, aguardando la llegada del Shabat. Mi mamá Raquel, alegre y solícita, con sus bandejas de plata plenas de manjares exquisitos y sus dulces palabras…
Mantel blanco, flores, velas y algún invitado o visitante imprevisto que había pasado por casualidad, a saludar, no más, y por el delicioso olor de la comida, se incorporó a la fiesta…Así, durante el trasiego de copas y platos, en cada bendición, y con cada bocado, trascendemos de lo cotidiano y terrenal de todos los dias a lo más sublime y espiritual del Shabat, nuestro sagrado día de reposo y reflexión.

Sobre la santidad de la mesa de Shabat, una nota. Cuando santificamos la comida del Shabat nos santificamos a nosotros mismos; al hacer que nuestros actos sean sagrados, participamos de la sacralidad. Es que la santificar la comida de Shabat a través de su cuidadosa preparación y bendiciones es un acto de fe, como el rezo, y de fidelidad comunitaria. Y es también, y en definitiva, una forma de elevarnos y conectar con nuestra más íntima santidad.

Por Débora Chomski