Según la tradición, hubo presencia sefardí en Barcelona desde una fecha tan temprana como el 850, año en el que un líder judío de Babilonia habría dirigido una carta «a los judíos» de la ciudad. Más allá de esa primera posibilidad, lo que sí se tiene documentado es que en el asalto de Almanzor a la ciudad, en el 985, varios judíos murieron y el Conde de Barcelona heredó las propiedades de aquellos que no tenían descendencia.
No es de extrañar, por tanto, que en los Usatges de Barcelona, de la segunda mitad del siglo XI, ya hubiese disposiciones concretas referentes a esa población sefardí. En ese mismo siglo se encuentra también la primera referencia a un barrio judío o call, como se los conoció en Cataluña.
La aljama de Barcelona tenía, como la mayoría en la España medieval, completa independencia de las autoridades municipales. Se organizaban internamente, dictaban sus propias normas -que eran sancionadas por los monarcas- tenían su propio sistema judicial y recaudaban sus impuestos.
Se sabe que en 1079 la población de judíos de la Ciudad Condal era de unas 70 familias, pero a partir de ahí creció sin pausa hasta que en el siglo XIV se calcula que eran ya unas 4.000 personas. Algunos de estos crecimientos fueron súbitos: por ejemplo gracias a los judíos llegados de Francia en las sucesivas expulsiones que sufrieron en el país vecino -la primera en 1182-. Tras estas oleadas se crea en 1257 el Call Menor, lo que convirtió a Barcelona en una de las pocas ciudades europeas que tenía no uno sino dos barrios judíos.
La mayoría de los sefardíes barceloneses eran artesanos: tejedores de seda, encuadernadores, orfebres, zapateros… como era habitual también había prestamistas y médicos, una profesión en la que eran muy apreciados en todos los reinos cristianos de la península; y también había otros que ocupaban cargos administrativos dentro de la propia aljama.
Una peculiaridad de Barcelona es que también había judíos que poseían y explotaban tierras: tenían viñas, huertos y frutales en zonas a las afueras de la ciudad como el actual barrio de Les Corts o al pie de la montaña de Collserola, así como en Montjuïc, un nombre que viene precisamente de Monte de los Judíos. Allí tenían tierras, casas y, lo más importante, su cementerio.
Barcelona fue durante estos primeros siglos de la existencia de su aljama un ejemplo de tolerancia y respeto y, de hecho, el famoso viajero judío Benjamín de Tudela se refería a ella como «una comunidad santa de hombres sabios y prudentes y grandes príncipes», pero ese ambiente, que se prolonga durante buena parte del siglo XIII, empieza a quebrarse con la celebración de la famosa Disputa de Barcelona: un debate teológico entre un fraile dominico -que curiosamente era un judío converso- y un rabino.
Esa disputa empezó a complicar las relaciones entre ambas comunidades, en un ambiente que no sólo en Barcelona sino en toda la España medieval se iba haciendo más hostil hacia los sefardís, con la promulgación de más y más normas discriminatorias. La tensión se fue agrandando hasta tal punto de que en la peste de 1348 corrió el bulo de que los judíos habían envenado el agua, con lo que el Call fue asaltado y varias personas son asesinadas.
Hacia finales de siglo la situación general en la ciudad es mala, con una crisis económica importante y una crisis institucional, en ese ambiente la llama de la revuelta antijudía de 1391 prendió con una fuerza desastrosa: a primeros de agosto de ese mismo año el Call es asaltado y cientos de judíos son asesinados. De los que sobrevivieron muchos se convirtieron al cristianismo ante el temor de encontrar la muerte y otros huyeron. La judería de Barcelona había desaparecido.
La judería de Barcelona
El Call Major de Barcelona estaba entre lo que hoy en día son las calles Banys Nous, Sant Sever, del Bisbe y Call. Es un rectángulo casi perfecto en el centro mismo de la ciudad que hoy tiene entre sus líneas el Palacio de la Generalitat y la Plaza de Sant Jaume.
Se trata de una zona que ha mantenido no sólo el aroma medieval de sus calles estrechas y un poco intrincadas, sino numerosas muestras de su arquitectura y gran cantidad de recuerdos del pasado. Prácticamente en el centro de lo que debía ser la judería está la sede del Call del Museo de Historia de Barcelona. Situado en una casa del siglo XIV que perteneció a Jucef Bonhiac, un tejedor de velos. En él encontramos una interesante exposición que explica detenidamente qué espacio de la ciudad ocupaba este barrio sefardí, qué edificios singulares se podían encontrar y cuales siguen presentes hoy en día y también el legado cultural del Call a través de varios eruditos hebreos que vivieron y escribieron sus obras allí.
En la misma manzana a sólo unas decenas de metros está la Sinagoga Major, una de las cuatro -cinco según algunos autores- que llegó a tener la judería de Barcelona. Se trata de un edificio con restos incluso romanos, pero construido en su mayor parte en el siglo XIII. Descubierta a finales del pasado siglo y reabierta al público en 2002, está considerada una de las más antiguas de Europa.
Bajo buena parte de esta zona se pueden encontrar restos del pasado judío del barrio, hay por ejemplo un par de tiendas en cuyos sótanos son aún visibles los mikvés rituales, en una el de hombres y en otra el de mujeres y prácticamente en cada esquina se puede recordar ese pasado.
El Call Menor, por su parte, está unas calles más allá, ya que los dos barrios judíos de la ciudad no estaban comunicados entre sí. Delimitado por las actuales calles Boquería, Avinyó, Lleona y Rauric, también guarda rincones llenos de un evocador encanto medieval, por ejemplo en la calle del Arco de Santa Eulàlia, con su torre del siglo XIII y con casas que siguen ocupando los espacios que ya ocupaban en la edad media.
Por último, también merece una visita los terrenos en Montjuïc en los que estaba el cementerio judío, sin embargo la mayor parte de los restos encontrados allí está dispersa por la ciudad, en algunos casos, los menos, en los museos, en otros con lápidas que se usaron como material de construcción en multitud de edificios de los siglos posteriores.
Ruta por la Judería de Barcelona
En las callejuelas del Call aún se respira el legado de sus “santos y príncipes judíos”, en palabras de Benjamín de Tudela, pero al mismo tiempo todavía resuena la persecución que aquí sufrió la comunidad a finales de la Edad Media. Descubra las huellas de este pasado, a la vez glorioso y trágico, presente en los muros de las casas y en los huecos de antiguas mezuzot.
Diario de Viaje
Un grupo de destacados periodistas de viaje españoles ha recorrido las ciudades de la Red de Juderías de España, siguiendo su herencia judía y descubriendo una experiencia de viaje intensa y llena de momentos y sensaciones. El fruto de aquellos viajes son sus Diarios de Viaje, reportajes de gran valor literario y gráfico que aúnan la experiencia personal de cada autor con la información más práctica para el viajero, y que se convierten, así, en excelentes formatos de inspiración para todos aquellos viajeros que quieran, como estos periodistas, sentir y descubrir Sefarad.